Cuando apareció aquel baúl en mi casa no me lo podía creer. Me lo habían intentado describir más de una vez antes de que lo trajeran pero cuando lo vi por primera vez no coincidía en absoluto con la imagen que yo me había creado: ¡¡había superado mis expectativas!!
¡¡Era muchísimo mejor que el que yo tenía dibujado en mi mente!!
Era la pieza más bonita que había visto y que había pasado por mis manos hasta el momento. Estaba alucinada y completamente embobada sin poder dejar de mirarlo y tocarlo.
¡¡Era muchísimo mejor que el que yo tenía dibujado en mi mente!!
Era la pieza más bonita que había visto y que había pasado por mis manos hasta el momento. Estaba alucinada y completamente embobada sin poder dejar de mirarlo y tocarlo.
El baúl era de unos muy buenos amigos de mis padres. Creo que pertenecía a la abuela de la madre de ella. Imaginaos la antigüedad. Y eso era lo que más me fascinaba.
Cuanto más antiguo, mayor dificultad para restaurarlo. Y mayor responsabilidad. Y, para mi, un gran reto. Lo tenía que restaurar yo. Y mis ojos se iluminaron de felicidad.
Cuanto más antiguo, mayor dificultad para restaurarlo. Y mayor responsabilidad. Y, para mi, un gran reto. Lo tenía que restaurar yo. Y mis ojos se iluminaron de felicidad.
Así que ni me lo pensé. Me puse manos a la obra sabiendo que me llevaría bastante trabajo y también bastante tiempo.
Cuando me trajeron el baúl, tenía este aspecto:
En general, estaba muy deteriorado por dentro y muy sucio y oxidado por fuera. Muy, muy oxidado por fuera.
Pero no me daba miedo... al revés!
Y empezó éste reto...
Lo primero que hice fue quitar todo el papel que aún forraba el baúl. Bueno, los restos del papel que había forrado el baúl, mejor dicho. Para ello, me ayudé de un pulverizador de agua y una espátula. Poco a poco eliminé los restos de papel hasta que quedaron limpias todas las caras del baúl.
Y empezó éste reto...
Lo primero que hice fue quitar todo el papel que aún forraba el baúl. Bueno, los restos del papel que había forrado el baúl, mejor dicho. Para ello, me ayudé de un pulverizador de agua y una espátula. Poco a poco eliminé los restos de papel hasta que quedaron limpias todas las caras del baúl.
Inmediatamente después, comencé a limpiar el baúl por fuera. Estaba extremadamente sucio y lleno de óxido.
Lo primero que hice fue utilizar el cepillo de aluminio para limpiar toda la chapa del baúl. Con una brocha iba aplicando productos sobre la chapa y después frotaba fuertemente con el cepillo de aluminio hasta que poco a poco salía toda la suciedad e iba quitando el óxido.
De repente se podían ver los distintos cambios de color que sufría la chapa hasta conseguir eliminar el óxido.
Para limpiar la madera utilicé lana de acero con la que iba limpiando cada una de las tablillas frotando en la dirección de la veta. Era alucinante cómo salía toda la suciedad.
(¡OJO! para éstos pasos de limpieza en los que utilizamos mezclas tan fuertes es muy importante hacerlo siempre en un sitio bien ventilado y si es con mascarilla, mejor.)
Cuando logré eliminar prácticamente todo el oxido del baúl, procedí a realizar el trabajo más pesado y duro pero a la vez más bonito de todo el proceso: Tenía que conseguir encontrar todo el metal originario poco a poco.
Con una lija de agua comencé a frotar poco a poco y suavemente, al principio, cada trocito de chapa hasta que empecé a ver el metal. Después, con la lana de acero pulí y abrillanté la zona y retiré los restos con la ayuda de un trapo seco.
De manera que iba quedando así:
¡Qué maravilla!:
Antes:
Se trataba de resaltar el relieve del baúl que era una autentica maravilla. Poco a poco y con mucha paciencia limpié todo el baúl y conseguí sacar todo el metal. Y, repito, por un lado, este es el trabajo más duro de todo el proceso, que requiere mucho tiempo y constancia y, sobre todo, bastante paciencia pero por otro lado, realmente es el trabajo más bonito y gratificante por que los resultados son absolutamente espectaculares. Para dejar terminada la chapa del baúl, apliqué con un trapo limpio una capa de aceite de linaza para dejarlo más protegido del óxido y para darle brillo. ¡Ahí estaba el relieve!
Recordad como estaba antes de limpiarlo y de sacar el metal y fijaos qué diferencia:
El convertidor de óxido tiene un aspecto lechoso y una vez aplicado y al comenzar a secarse, adquiere un tono verduzco hasta que la zona dañada por el óxido se oscurece una vez seco.
Entonces éstas zonas quedarían protegidas y listas para repintar. Yo apliqué una mano de pintura sintética negra para dejarlo totalmente terminado y nuevo.
Recordad como estaba antes de limpiarlo y de sacar el metal y fijaos qué diferencia:
A continuación apliqué dos manos de convertidor de óxido en todas las zonas de hierro para conseguir transformar la capa de óxido en una superficie saneada en pocos minutos y que luego se pudiese repintar.
Una vez secaron las dos manos de convertidor de óxido, tendría que quedar así:
Entonces éstas zonas quedarían protegidas y listas para repintar. Yo apliqué una mano de pintura sintética negra para dejarlo totalmente terminado y nuevo.
Por último barnicé todas las tablillas de madera para dejarlas nuevas y brillantes con un barniz incoloro para uso interior y para todo tipo de superficies de madera. El tiempo aproximado de secado, unas 4 ó 5 horas. Sólo apliqué una mano y quedó así:
Creo que la parte que llevaba más trabajo y que me llevó más tiempo ya había finalizado.
Después de dejar preparado el baúl por fuera comencé a forrar la parte de dentro.
Recordad cómo estaba entonces:
Para forrar el baúl con tela lo primero que hice fue medir todas las caras del baúl. Una vez tuve todas las medidas, corté el cartón prensado de 2mm para ir sacando cada pieza de las paredes y del fondo. (¡OJO! Antes de forrar el cartón con la tela, siempre hay que comprobar cada una de las piezas de cartón para ver si encajan en las paredes del baúl. Yo siempre dejo unos milímetros de más y después de comprobar voy cortando poco a poco cada pieza y siempre teniendo en cuenta los milímetros (1 ó 2 más) que aumentarán una vez se forre el cartón con la tela) Una vez que todas las piezas de cartón cuadraron, corté la tela para cada pieza (Es fácil, unos 2 ó 3 centímetros más que la medida de cada pieza de cartón) y después procedí a forrarlas.
Rematé las esquinas para dejarlas curiosas y volví a comprobar que encajaban todas las piezas de cartón ya forradas en cada pared del baúl antes de pegarlas al mismo. ¡¡Esto es importantísimo!! Todas las paredes forradas tienen que quedar a la misma altura, primero porque, aunque parezca mentira, 2 ó 3 milímetros de diferencia se notan con respecto a otra pieza que encaje bien y segundo por que hay que lograr que todas las piezas queden al mismo nivel para que, por un lado, se vea perfectamente terminado y, por otro, la tapa del baúl cierre correctamente. ¡¡Precisión y paciencia antes de pegar las piezas al baúl!!
Después hice la misma operación con la tapa del baúl.
En este caso utilicé un trozo de papel cebolla para hacer una plantilla de los laterales de la tapa ya que éstas piezas iban a ser muy curvas y tendría que ir cortando poco a poco el cartón hasta darle la forma necesaria para que después encajase cada cara.
El problema de la tapa era que estaba muy descuadrada, supongo que por el paso del tiempo, así que cada lateral tenía medidas muy distintas.
Creo que me desesperé unas 50 veces hasta que por fin conseguí encajar todas las piezas en la tapa. Después las forré con la tela y finalmente, una vez que comprobé que encajaban bien, las pegué:
Cuando me trajeron el baúl me fijé que el espacio no estaba bien aprovechado así que se me ocurrió hacerle un doble fondo para utilizar la totalidad del baúl y, de paso, añadirle algo nuevo. Para sorprender a sus dueños, digo.
Para ello utilicé una madera de contrachapado (o similar) de unos 3mm de espesor y seguí el mismo procedimiento anterior. En este caso no utilicé cartón por que no iba a aguantar mucho peso y con el tiempo se acabaría hundiendo o deformando poco a poco.
Pegué un trocito de cinta de remate de color chocolate en la parte central para que se pudiera abrir cómodamente.
Para sujetar el doble fondo coloqué unos listones de madera de 1x1cm en el lugar donde quería que descansase el mismo. Los coloqué utilizando unos 6 clavos de menos de 1,5cms de largo para cada listón.
Coloqué la cinta para rematar los bordes del baúl y los listones de madera. La pegué con adhesivo de contacto y también añadí dos trozos de la misma cinta en los laterales del baúl para sujetar la tapa que clavé con unas chinchetas decorativas:
Y prácticamente había terminado de restaurar todo el baúl.
Estaba reluciente, brillante y nuevo:
Recordad cómo estaba entonces:
Para forrar el baúl con tela lo primero que hice fue medir todas las caras del baúl. Una vez tuve todas las medidas, corté el cartón prensado de 2mm para ir sacando cada pieza de las paredes y del fondo. (¡OJO! Antes de forrar el cartón con la tela, siempre hay que comprobar cada una de las piezas de cartón para ver si encajan en las paredes del baúl. Yo siempre dejo unos milímetros de más y después de comprobar voy cortando poco a poco cada pieza y siempre teniendo en cuenta los milímetros (1 ó 2 más) que aumentarán una vez se forre el cartón con la tela) Una vez que todas las piezas de cartón cuadraron, corté la tela para cada pieza (Es fácil, unos 2 ó 3 centímetros más que la medida de cada pieza de cartón) y después procedí a forrarlas.
Rematé las esquinas para dejarlas curiosas y volví a comprobar que encajaban todas las piezas de cartón ya forradas en cada pared del baúl antes de pegarlas al mismo. ¡¡Esto es importantísimo!! Todas las paredes forradas tienen que quedar a la misma altura, primero porque, aunque parezca mentira, 2 ó 3 milímetros de diferencia se notan con respecto a otra pieza que encaje bien y segundo por que hay que lograr que todas las piezas queden al mismo nivel para que, por un lado, se vea perfectamente terminado y, por otro, la tapa del baúl cierre correctamente. ¡¡Precisión y paciencia antes de pegar las piezas al baúl!!
Después hice la misma operación con la tapa del baúl.
En este caso utilicé un trozo de papel cebolla para hacer una plantilla de los laterales de la tapa ya que éstas piezas iban a ser muy curvas y tendría que ir cortando poco a poco el cartón hasta darle la forma necesaria para que después encajase cada cara.
El problema de la tapa era que estaba muy descuadrada, supongo que por el paso del tiempo, así que cada lateral tenía medidas muy distintas.
Creo que me desesperé unas 50 veces hasta que por fin conseguí encajar todas las piezas en la tapa. Después las forré con la tela y finalmente, una vez que comprobé que encajaban bien, las pegué:
Cuando me trajeron el baúl me fijé que el espacio no estaba bien aprovechado así que se me ocurrió hacerle un doble fondo para utilizar la totalidad del baúl y, de paso, añadirle algo nuevo. Para sorprender a sus dueños, digo.
Para ello utilicé una madera de contrachapado (o similar) de unos 3mm de espesor y seguí el mismo procedimiento anterior. En este caso no utilicé cartón por que no iba a aguantar mucho peso y con el tiempo se acabaría hundiendo o deformando poco a poco.
Pegué un trocito de cinta de remate de color chocolate en la parte central para que se pudiera abrir cómodamente.
Para sujetar el doble fondo coloqué unos listones de madera de 1x1cm en el lugar donde quería que descansase el mismo. Los coloqué utilizando unos 6 clavos de menos de 1,5cms de largo para cada listón.
Coloqué la cinta para rematar los bordes del baúl y los listones de madera. La pegué con adhesivo de contacto y también añadí dos trozos de la misma cinta en los laterales del baúl para sujetar la tapa que clavé con unas chinchetas decorativas:
Y prácticamente había terminado de restaurar todo el baúl.
Estaba reluciente, brillante y nuevo:
Es una auténtica belleza de baúl que durará otros 100 años más, hasta que otra "apasionada" decida darle otro repaso y, si hace falta, una nueva transformación.
Sencillamente ha sido alucinante...