sábado, 19 de julio de 2014

Transformando un moderno mueble de estilo castellano

Aquel día recuerdo que iba en mi coche con mi hermana y vi un pequeño mueble de estilo castellano que acababan de abandonar en la calle y, como siempre, dije lo mismo: " ¿Por qué la gente se deshace de estas piezas que tienen arreglo y tienen su encanto?"
Así que no me lo pensé dos veces y paré el coche, me bajé, cogí el mueble y lo cargué directamente en mi maletero. 
En el camino de regreso a mi casa me puse a pensar cómo lo iba a restaurar y, sobre todo, a modernizar...
Y es que mi problema es que los muebles de estilo castellano nunca han sido mis preferidos. Sobre todo por el estilo y su diseño y también por que son algo más complicados de restaurar que otro tipo de mobiliario.
Bueno, el muebles tenia este aspecto cuando lo encontré:

Si, evidentemente, estaba muy dañado. Su barniz casi había desaparecido, tenia muchísimos arañazos, estaba muy sucio, los cajones estaban algo dañados, la balda del interior estaba rota y el contrachapado de la parte trasera estaba abombado y casi sin clavos...
En definitiva, era un desastre de mueble pero eso era lo que más me gustaba y estaba deseando comenzar a arreglarlo. Y empecé...
Lo primero que hice fue desmontar las puertas y quitar los cajones para empezar a decapar todo el mueble de una manera más cómoda.
Para mí, uno de los inconvenientes de estos muebles es que a la hora de decaparlo, es complicado eliminar los restos de barniz de los detalles con formas tan cuadriláteras y tienes que tener un poco de paciencia.
Pero reconozco que los restos de barniz salían muy bien con mi cuchilla de carpintero. 


Fijaos en la diferencia entre una puerta decapada y la otra no, o un cajón prácticamente sin barniz y otro no...

La bisagras de las puertas las quité así como los tiradores de los cajones para, posteriormente, hacerles una limpieza a fondo por que estaban bastante sucias y oxidadas pero eso os lo cuento más adelante :)
Una vez decapado todo el mueble le pasé un lijado rápido para dejarlo listo para imprimar.
Apliqué un par de manos de imprimación acrílica y lo dejé secar y listo para empezar a pintar. Esta vez no iba a barnizarlo ya que quería darle un toque mucho más moderno. 
Y aplicando la mano de imprimación empecé a pensar en la pintura...
Y es que el blanco es uno de mis colores favoritos y que siempre modernizan cualquier pieza y dan un toque muy chulo a cualquier espacio...
Elegí una pintura acrílica blanca muy normalita, quiero decir, nada de blanco sucio, blanco roto, blanco piedra... y mil blancos más que aún no consigo distinguir ;)
Para darle un toque distinto utilicé un tinte en polvo color mostaza diluido en un poco de agua y con una brocha muy pequeña iba aplicando pequeños toquecillos en todo el mueble para que al final se viese con un tono un pelin amarillento.
No sé si podéis apreciar las fotografías pero más o menos iba quedando así:

Para terminar la parte exterior del mueble, quise envejecerlo un poco para darle un toque más personal y un acabado más original así que con un lija fina y un poco de lana de acero, comencé a "quitar" parte del tinte de color mostaza que había aplicado. 
Muy poco a poco y con mucho cuidado y paciencia. 

Se trataba de ir eliminando parte del tinte de manera que el efecto que tendría fue un aspecto un poco envejecido.
Consistía, tambien, en quitar parte de la pintura blanca pero de una manera muy, muy sutil y con mucha delicadeza.
La verdad es que me llevó mucho tiempo y horas de trabajo por que envejecer el mueble fue complicado ya que tenia que tener cuidado para no quitar demasiada pintura y también ir controlando la pintura que iba eliminando para que quedase un tono igual en todas las partes del mueble.
Después empecé a limpiar las bisagras que me parecían super bonitas pero estaban demasiado oxidadas y sucias.
Simplemente con la ayuda de un cepillo de acero fui frotando con fuerza las bisagras y los tiradores hasta eliminar todo el óxido e ir sacando brillo poco a poco con un trocito de lana de acero. Fijaos en las fotos como se va viendo la diferencia. Fue una limpieza muy rápida y con resultados positivos.
Pero aún quedaba arreglar la parte interior del mueble. Retiré con cuidado la balda para facilitar el trabajo y comencé a limpiar a fondo todo el mueble. Mucho jabón para eliminar toda la suciedad que tenia... Recordad:
Y decidí forrarlo con papel con un color llamativo y bonito. Mi amiga Ana que siempre está ahí para darme su opinión, me ayudó a buscar un color alegre que quedase bien con la pintura que habíamos elegido pero también que rompiera para que la gente cuando lo viera, simplemente dijese: "Wooooow!!!"
Y Comencé a forrar primero los cajones que era más sencillo y después el fondo del mueble.
Este es el color que elegimos:



Elegimos un papel que no era liso y tenia un poco de relieve y, además de ser super chulo, se trabajaba muy bien y quedaba más original.
Para forrar los cajones simplemente iba midiendo cada lado y el fondo de los cajones e iba encajando cada pieza de papel en su lugar con mucho cuidado y cortando al milímetro. Paciencia...
Después de comprobar que todas las piezas de papel encajaban en su lugar, las pegué con cola blanca de contacto y con cuidado para que no saliesen burbujas de aire.





Después forré el fondo del mueble y la balda que habíamos quitado previamente.
Forrar el fondo del mueble era más complicado por que las piezas que tenia que cortar de papel eran más grandes y muy difícil de manejar y colocar. Empecé a pegar desde un extremo al otro poco a poco, eliminando cualquier burbuja y procurando colocar el papel lo más derecho posible. 
Una vez que estaba todo el papel colocado y la balda también forrada, decidí fijarla con unos clavos de unos 3cms y un poco de cola de contacto.




Al colocar la balda me di cuenta que se había abierto la madera donde ésta descansaba al clavarla para dejarla fija así que con un poco de cola y un gato, la sujete bien hasta que quedó perfectamente pegada y arreglada.
Los laterales del interior del mueble los pinte con un color muy similar al del mueble por que al final no los forré por varios motivos: primero, por que me resultaba complicado forrar una superficie que no era plana y que tenia muchos huecos y recovecos y segundo, por que me parecía que iba a quedar muy empalagoso y exagerado con tanto color.

Por último, volví a montar las puertas con sus bisagras ya limpias:
Y después de mucho tiempo y trabajo, este fue el resultado:
¡Ah! sólo una cosa más, ¿¿Qué estilo os gusta más, tradicional o moderno?? 


 Ahora si, curioso cambio...